En su libro Intimidades congeladas, la socióloga Eva Illouz desarrolla el concepto de capitalismo emocional. Contrario a lo que se ha afirmado históricamente, dice Illouz, el capitalismo ha alimentado una intensa cultura emocional, favoreciendo el desarrollo de una nueva cultura de la afectividad.Una estela que va desde la transformación de los afectos en mercancías, la proliferación de la autoayuda y las prácticas terapéuticas; hasta los grupos de apoyo y las nuevas formas de sociabilidad nacidas a partir de Internet.
Desde la perspectiva de Illouz, la mayor parte de los grandes relatos sociológicos de la modernidad contenían otra historia colateral en términos de emociones. Por más que no sean conscientes de ello, dice, los relatos sociológicos canónicos de la modernidad contienen, si no una teoría desarrollada de las emociones, por lo menos numerosas referencias a éstas: angustia, amor, competitividad, melancolía, indiferencia, culpa. Lo que viene a significar que todo el proyecto material de esa modernidad: la ciudad, la vida cotidiana y las formas de comunicación y relación, están atravesados por las emociones.
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